Sobre paradigmas científicos
La
filosofía de la ciencia y la epistemología son disciplinas que pueden resultar
tan entretenidas como necesarias son. No obstante, al igual que en otras ramas
de la filosofía, a menudo corremos el riesgo de caer en un debate puramente
semántico, lo que resulta improductivo y tremendamente aburrido. En último
término, es un riesgo que hay que asumir.
A
este respecto, durante los últimos días, han ido apareciendo en el Cuaderno de
Cultura Científica (KZK) tres interesantes artículos de César Tomé —para los
que todavía no le conozcáis, @EDocet en Twitter y Experientia Docet en la
blogosfera— titulados Leyes, teorías y modelos (I – La definición de ley
física, II – Prescripción y descripción en ciencia). Me gustaría traer a
colación el último de ellos, que nos pregunta ¿Existen los paradigmas?, ¿somos
conscientes de lo que decimos cuando hablamos de paradigmas en ciencia?
César
nos describe el concepto de paradigma desde el contexto de la filosofía de
Thomas Kuhn:
La fe de los científicos
Para
Kuhn, como para Paul Feyerabend, [...] las observaciones que decidimos realizar
y la importancia que les atribuimos vienen determinadas por nuestras teorías
previas. Esto puede parecer inocente e inocuo, pero de aquí tanto Kuhn como
Feyerabend infieren que las distintas teorías científicas son
“inconmensurables”, es decir, que no existe un conjunto de juicios
observacionales neutro con el que distinguir la mayor o menor “validez” de las
teorías.
Con
lo anterior en mente, Kuhn argumenta que la historia de la ciencia muestra una
sucesión de “paradigmas”, conjuntos de supuestos y ejemplos (en el sentido de
modelos) que condicionan la manera en la que los científicos solucionan los
problemas y comprenden los datos y que sólo cambian en las llamadas
“revoluciones científicas”, cuando los científicos cambian una fe teórica por
otra.
La
elección de la palabra “fe” no es casual, porque dada la inconmensurabilidad de
las teorías, se deduce [...] que no existe razón lógica estricta para el cambio
de paradigma. Los argumentos en favor de un paradigma u otro serían los mismos
en última instancia que emplean los partidarios de las opciones políticas:
razonamientos circulares; además no es posible recurrir al experimento para
decidir entre ellos porque qué experimentos se hacen y qué validez se les atribuye
dependen de la teoría que se defienda.
Llegados
a este punto, y dado lo común del término paradigma hoy en día para referirse
al estado de la ciencia, es muy probable que muchos se vean sorprendidos por
sus implicaciones. Pero ¿realmente hay que asumir toda la filosofía de Kuhn al
hablar de paradigmas? Aquí hago notar que César no ha sido totalmente honrado
para con el lector al comienzo del artículo. Antes incluso de la cita que
recojo aquí, afirma que «si aceptas un lenguaje [...] estás aceptando una visión
del mundo», por lo que «hablar de paradigmas sería aceptar, en cierta
medida,
primero su existencia y, segundo, la filosofía de Thomas Kuhn»; todo ello,
aderezado con dos convincentes símiles políticos.
La
analogía política me parece tendenciosa y, aunque lo matiza con un «en cierta
medida», básicamente lo que hace es enfrentar el absolutismo fuerte de Popper
con el relativismo fuerte de Kuhn y pedirnos que tomemos una posición. O blanco
o negro, lo cual me parece engañoso por su parte, dado que existe una extensa
gama de grises por el camino, ¡incluso entre los propios escritos de ambos
autores! (está por nacer un filósofo con una doctrina férrea e inalterable
durante toda su existencia).
En
definitiva, el uso de paradigma científico, tal y como creo que lo entiende la
inmensa mayoría de la gente, no tiene por qué estar casado por necesidad con
toda la visión de Kuhn, lo que tampoco implica que no se pueda estar de acuerdo
con muchas partes de su filosofía. En concreto, y referido al texto de César, aunque
opino que construimos «teorías de la verdad coherentes y pragmáticas» en lugar
de una «cartografía fidedigna de un universo real», no comparto en absoluto esa
supuesta «inconmensurabilidad» de las teorías científicas.
No
es tan habitual que los paradigmas cambien radicalmente como que se amplíen.
Sin duda el heliocentrismo, con respecto al geocentrismo, supuso un fuerte
cambio de paradigma en su época; y, sin embargo, el descubrimiento de que
giramos como parte de una galaxia no puede sustituir al anterior, sino
ampliarlo. A estas alturas, ya nadie duda de las Leyes de Maxwell, nadie duda
de la Teoría de la Evolución (bueno, en realidad sí, pero ese es otro tema…).
Podemos estar bastante seguros de que no queda nada por venir que eche por
tierra el paradigma que las contiene, y también bastante seguros de que habrá
refinamientos —como los ha habido, y muchos, desde Maxwell y Darwin—.
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